Quizás te suene el nombre de Víctor San Martín. Puede que sea del artículo que publiqué hace unos meses acerca de Cortázar, uno de mis últimos descubrimientos en lo que respecta a restaurantes y que destaca por su esencia y ambiente envolvente que se combinan para ofrecer una experiencia única e inolvidable.
Durante los últimos meses desde la cocina de Cortázar se ha estado trabajando en una propuesta que busca dar un salto cualitativo utilizando productos de calidad y elaborándolos de manera innovadora para consolidar su identidad; una identidad más definida y fuerte. Esto se debe, entre otras cosas, a su concepto gastronómico, pues es uno de los factores que hacen de Cortázar un espacio singular.

Hace unos días tuve la oportunidad de conocer de primera mano esta nueva apuesta y he de decir que me sorprendió gratamente. Una degustación compuesta por 6 platos totalmente diferentes en los que destacan productos de mar y montaña.
Empezamos con una tabla inspirada en un picnic. Salmorejo, gazpacho de mango, croquetas de bogavante con emulsión en su coral y lomito ibérico de pata brava, sabores que en sinergia son una muy buena opción para empezar una comida.

Después pasamos a una vieira con gazpacho de piparras y panceta, una apuesta que combina elementos del mar y montaña seguida por un plato tradicional como lo es el canelón de pato con salsa de hongos y foie.
Después probamos el changurro con yema cremosa y tocino. Una muy buena opción para los amantes del marisco por la combinación de sabores y texturas.
Para terminar, probamos dos postres totalmente diferentes; por un lado, el crumble de manzana, coco y galleta, y por el otro, la tarta de chocolate y frutos rojos. Todo ello acompañado de un cocktail elaborado a partir de miel, mantequilla, puré de coco, ron, zumo de lima y ginger beer con chile.
Si buscas una experiencia única Cortázar es una muy buena opción. Un espacio que honestamente destaca por su diseño, la atención del personal, la calidad de los productos y la elaboración de los platos.